Los ingenieros que trabajaban para Dionisiso de Siricusa desarrollaron
las primeras catapultas basándose en los arcos de la época. El gran problema a
resolver era que, a medida que el tamaño del arco se hacía más grande, el
esfuerzo para poder tensarlo aumentaba considerablemente disminuyendo su
manejabilidad. Las soluciones se encontraron al suplir la fuerza humana por
ingenios mecánicos, estableciéndose así una tradición de manipulación mecánica
que llega hasta nuestros días.
Las catapultas permitían lanzar proyectiles de 40 a 100 kg a 300 o 400 m de
distancia. Estas máquinas almacenan energía para liberarla en un disparo,
mediante el siguiente proceso:
1.
. Almacenamos una energía en la catapulta, llamada
energía potencial (EP).
2.
. La máquina, para transmitir esa energía almacenada
al proyectil, necesita gastar parte de esa energía almacenada (movimiento del
brazo de palanca, desplazamiento de la honda, rozamiento de las cuerdas, etc.).
3.
. El proyectil recibe la energía potencial que no ha
sido gastada por la catapulta y sale disparado, con una energía denominada
energía cinética (EC), energía de un objeto que se desplaza), de la cual
dependerá la distancia que alcance y su tiempo de vuelo.
Las catapultas más primitivas
disponían de un brazo con forma de cuchara en el extremo para situar y lanzar
el proyectil, pero las últimas versiones antes de la aparición de la pólvora
usaban una honda para lanzar el proyectil. El tipo más eficaz de catapulta era
el trabuquete, que funcionaba mediante la fuerza de la gravedad. Un contrapeso
se izaba mediante unas cuerdas, y una vez situado el proyectil, se soltaban las
cuerdas y el contrapeso, más pesado que dicho proyectil, lo lanzaba. Las
primeras catapultas fueron en forma de una enorme resortera u honda planeada
por Alejandro Magno y sus ingenieros para poder derribar las murallas del
imperio persa. Los griegos tenían una enorme honda que lanzaba enormes flechas
por medio de cuerdas elásticas, luego ese modelo fue modificado para lograr
lanzar piedras usando la energía de cuerdas elásticas más la energía de otras
cuerdas detención. Los modelos más grandes estaban montados sobre fuertes
plataformas de madera; el gatillo o impulsor de este tipo de ballesta se
tensaba mediante cuerdas hasta quedar sujeto con un gancho. Otro tipo de
catapulta aplicaba el principio de torsión para lanzar piedras u objetos
pesados sobre murallas y fosos: unas cuerdas enrolladas con tornos para echar
hacia atrás el mecanismo impulsor. También se utilizaban catapultas más
pequeñas, que eran portátiles.
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